Experimentar con el espacio público, hablando con las ciudades

Cuando hablamos con nuestras ciudades estamos abriendo la puerta a un mundo de posibilidades, conocernos y conocer las funciones de los espacios de nuestra vida cotidiana. Cuando se habla con las ciudades hablamos de experiencias singulares y colectivas, de huellas y evidencias que suelen quedarse sordas ante el estrepitoso ritmo de la actualidad.

Álgido comenzó a darles voz a las urbes mediante el proyecto Ciudades que hablan, un experimento social que involucra arte, políticas públicas e interacciones sociales con una exposición sencilla centrada en una instalación artística que se convierte en un espejo de la sociedad, un depositario de antropología citadina.

Para hablar con las ciudades debemos comprender el sistema urbano, su estructura y sus elementos constitutivos. Hacerlo no es complicado, pero hay que observar los puntos clave y tener una meta clara: en el caso de Ciudades que hablan se trata de generar nuevos enfoques para la participación ciudadana en la evaluación de políticas públicas.

 

El secreto de la instalación era motivar la participación activa e involucrar temas de ciudad y urbanismo, quizá lo más interesante de todo es las contribuciones que podía hacer el público usuario de esos espacios públicos porque finalmente un espacio público es un lugar donde cualquier persona tiene derecho a circular en paz y armonía.

Ciudades que hablan registra esas interacciones y relaciones sociales en tres niveles: la decisión, la apropiación cultural del espacio y el diagnóstico.

La decisión

La participación directa de los usuarios en la instalación interactiva demuestra la toma de decisión que se hace para priorizar problemas de un espacio público, necesidades particulares con marcadores concretos. Es el primer nivel e indica una percepción de uso.

La apropiación cultural del espacio

Mediante una observación de la conducta del usuario durante su participación se puede medir el interés y la actitud de las interacciones, la influencia que tiene un espacio público en un individuo. Es el segundo nivel e indica una percepción de experiencia.

El diagnóstico

Es una encuesta de salida, realizada una vez que fue terminada la interacción con la instalación. Las preguntas directas caracterizan al individuo, su concepción de las temáticas practicadas y su opinión personal respecto a esos mismos tópicos. Es el tercer nivel e indica una percepción de evaluación.

El sistema urbano tiene una dimensión social, cultural y político que se basa en la expresión comunitaria. En medida en que se puedan registrar esas experiencias, mayor será el dialogo que se tenga con las ciudades.

 

Álgido procuró experimentar con estos temas, jugando con el espacio público en sentido literal y figurado. La instalación es una gran muestra de análisis, básicamente un laboratorio urbano.

Siguiendo los estudios de público en museología, los datos recopilados son útiles para hacer una evaluación y diagnósticos de los temas expuestos y así llegar hasta una caracterización de problemas reales de pedagogía, crítica de arte, antropología de la ciudad, política y lo más importante ¿cómo nos consideramos como sociedad?.

Una muestra de esta magnitud tiene alcances muy amplios, aún desconocidos aplicados en temas de la vida cotidiana y política, pero sin duda es una manera de acercar temas complicados a cualquiera, hasta niños de 8 años. Finalmente es eso lo que nos da cohesión social: nuestro ordenamiento urbano y nuestra experiencia.

Las experiencias son huellas de la apropiación del espacio público, muchas veces desconocidas en los procesos de planeación y evaluación, Álgido propone seguir experimentando, seguir hablando con las ciudades tan llenas de problemas, provocando y motivando pues para eso sirve el arte, “para librarnos de los fantasmas” como alguna vez dijo antropólogo Nestor García Canclini.

¿Qué nos dirán las ciudades en la siguiente plática?.

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