Capítulo 2: Espejismos desenmarañados, o los caminos del estudio de la cultura

Desenmarañar. Es una buena palabra para describir el trabajo de investigación de la cultura.

Me gusta esa palabra porque es una buena metáfora de entender lo enredado. Me lo imagino y es exactamente lo que hacemos los que nos dedicamos a estudiar a la cultura y todas sus dimensiones: desenmarañar las fibras del tejido social.

Describir cómo son esas fibras, en qué orden se acomoda y que tonalidades tiene cada línea es como analizar cada una de las líneas que tiene una sociedad.

Desenmarañar es una excelente descripción de mi trabajo, la cultura es un tejido. Es un elemento multifactorial que se teje de una u otra manera, una estructura que sostiene todo e incluso tiene adornos que realzan la totalidad. Así es una sociedad con sus factores y demás cosas complicadas.

Lo social y lo cultural tienen espejismos de definición y por esa misma razón existimos los especialistas que las estudiamos. Normalmente nos clasifican como ciencias sociales, humanidades o estudios culturales y tenemos diversas especialidades por áreas o temas de análisis.

En la jerga cotidiana, las principales ciencias sociales son la antropología, la sociología, la filosofía y la historia. No son las únicas, hay muchas más disciplinas que centran su objeto de estudio en la sociedad o la cultura, incluso hay subdivisiones o híbridos. Todas y cada una estudia lo mismo, pero con perspectivas diferentes.

Para desanudar la idea de la cultura, antropología y sociología la analizan como una estructura integral social y organizativa; la filosofía como un sistema complejo de pensamiento y razonamiento, finalmente la historia la percibe como un desarrollo a lo largo de la existencia de la humanidad.

La metáfora del desenmarañamiento se extiende hasta los propios estudios culturales, ya que su visión se ha desenredado a lo largo de su desarrollo histórico. La versión de las ciencias sociales que conocemos basadas en un interés centrado en el hecho social y las relaciones sociales vienen del siglo XIX cuando se formalizaron y convirtieron en instrumentos de observación del mundo.

No pretendo caer en generalizaciones aquí, cada una de las disciplinas sociales es tan importante como cualquier otra. Sus perspectivas distintas aportan algo que otra no ve, por lo que es valiosísimo verlas en conjunto y hacerlas interactuar, su expresión máxima son las investigaciones interdisciplinarias.

Las humanidades significan un análisis plural y reflexivo del mundo de todas las líneas posibles de la sociedad: lo material, lo ideológico, las manifestaciones artísticas, relaciones sociales y parentesco, organización, memoria, comunicación, política, religión e incluso la propia biología de los seres humanos.

Las ciencias sociales trabajan de una forma sistemática: hacen un registro de los hechos, una clasificación y una evaluación de todos los factores que las componen. Actualmente estas metodologías derivadas de los estudios culturales pueden aportar mucho a la construcción de soluciones a los problemas sociales.

Los estudios culturales tratan de reconciliar un objeto de estudio muy complejo para acercarse a la crítica y la acción política, con el compromiso de tratar con uno de los pilares fundamentales de la cohesión social, como lo dice el propio modelo antropológico: la cultura es el núcleo integrador y el motor social de desarrollo de cualquier comunidad.

 

 

He ahí la gran importancia de los caminos del estudio de la cultura, una interpretación del mundo nos ayuda a ser mejores, a seguir un paso en el que exista una responsabilidad social, una conciencia. Nosotros nos identificamos gracias a que tenemos una identidad que nos hace interactuar en un mundo en el que se han borrado las fronteras.

Si no nos desenmarañamos nosotros mismos, nadie más lo hará, finalmente todos somos cultura y no debemos fallarnos.

 

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