Capítulo 1: La cultura y sus estudios ¿Qué es la cultura?, o el espejismo de la interpretación

Tengo una tarea bien complicada, determinar ¿qué es la cultura?, hasta ahora no tengo una respuesta clara.

Después de pensarlo un rato, con lo único que me quedo es que tenemos un gran imaginario colectivo de lo que entendemos por cultura. Dependiendo a quién le preguntemos, como la aplique o intente comprenderla será la respuesta y no necesariamente serán definiciones similares. Tenemos entre manos un espejismo de interpretación con aristas muy definidas y percepciones.

Aunque la cultura esté siempre presente como hilo conductor invisible, no necesariamente entendemos qué es y cómo funciona. Y ahí está la cuestión, la cultura es muchas cosas.

No supe ni por donde comenzar a explicar el tema, primero me topé con una contradicción interna ¿qué entiendo yo por cultura? Por formación profesional entiendo a la cultura desde la arqueología, pero es una visión con la que he lidiado varias veces porque ni los profesionales en los estudios culturales, ni otras personas fuera de la academia entienden a la cultura de la misma manera, ¿se puede hacer una explicación general por lo menos?.

Sí, pero habrá que andarse con cuidado, la cultura no es como la pintan.

Por su naturaleza inicié mi reflexión por lo social, la cultura es indudablemente social. La cultura como término tiene un significado que remite al cultivo, al crecimiento y desarrollo.

Su término primigenio es concreto, simple y elegante, incluso es una definición que no ha caducado: la cultura es una sección de un grupo social que detona el desarrollo.

En la revisión del inmenso internet y de los múltiples glosarios de antropología uno se puede dar cuenta de que la cultura como concepto va cambiando y adaptándose con el tiempo, testigos son las 164 definiciones distintas recopiladas en el estudio exhaustivo que los antropólogos Clyde Kluckhohn y Alfred Kroeber en su aclamado trabajo Culture; A Critical Review of Concepts and Definitions de 1952.

 

Es curioso que la función social de la cultura también esté determinada por ser cambiante y transformadora. La cultura se adapta y adapta al mundo.

He ahí otra característica: no hay una sola cultura, hay diferentes culturas dependiendo del grupo social, de ahí procede su uso como sinónimo de comunidad, etnia o identidad.

Respecto a su función en el mundo, la cultura puede tener cuatro ejes de definición, siguiendo a Javier Gomá Lanzón. Esos ejes pueden esbozarse como la cultura como imagen e interpretación, como obra, como industria y como política.

Primero: cuando la cultura opera como imagen e interpretación, opera como un sistema o estructura que instala un filtro a la sociedad, que determina cómo se entiende la realidad y el mundo, establece las normas que actúan para la cohesión social.

Segundo: cuando se ve a la cultura a partir de las obras, se entiende como los productos físicos o inmateriales de las interacciones sociales en el mundo, manifestaciones de ese filtro propuesto como primer eje.

Tercero: la cultura como industria es la manera circulan esos productos culturales, como son consumidos en la sociedad y como se establece un valor simbólico o monetario de esas manifestaciones.

Cuarto: cuando se habla a la cultura como política, se habla específicamente de la política pública y su gestión. La manera en que las instituciones o estados conciben y administran la aplicación de la cultura en sus jurisdicciones.

Regreso a mi punto inicial, con seguridad digo que las múltiples formas de comprender la cultura son válidas porque reflejan la realidad social en la que convivimos todos los días.

El imaginario colectivo de la cultura  tiene un sentido que va más allá de una interpretación, más bien demuestra el desarrollo y la adaptación de una sociedad, su variabilidad y su alcance tanto en la concepción del mundo como en la dimensión material e ideológica, así como en el sistema que impacta en la economía y política.

Simple y complejo al mismo tiempo, así es la cultura.

Simple y complejos son estas reflexiones, determinaciones culturales y sus espejismos. Pero también eso forma parte de nosotros y he ahí la formación de imaginarios colectivos que me permitiré explicar en todas mis entregas.

Me integré a Álgido como un ejercicio de reflexión, un laboratorio cultural que abriera espacios para entendernos, apropiarnos de una memoria o del núcleo imperceptible de una sociedad que vive cada vez más rápido, porque finalmente todos somos cultura.

 

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