Capitulo 1: Ciudades que hablan, o experimentar con el espacio público

Las ciudades donde vivimos son una extensión de la sociedad, nos dan identidad y nos hemos organizado alrededor de ellas para mantener nuestro estilo de vida, nos convertimos en ecosistema que constantemente cambia, para bien y para mal.

Querámoslo o no, somos una simbiosis que depende del tipo de asentamiento para vivir, nos adaptamos a los espacios y al mismo tiempo los vamos adaptando a nuestro gusto, en palabras simples: somos lo que habitamos.

Ser lo que habitamos se dice fácil, pero ¿qué significa realmente?. Si lo pensamos con cuidado, podríamos responder que tiene que ver con las relaciones sociales que hacemos como sociedad, con los lugares que visitamos o en los que trabajamos o incluso la forma en que nos aglomeramos constructivamente. Nuestro hábitat cotidiano está enmarcado en la privacidad de nuestros hogares, pero una vez que interactuamos con el mundo, salimos del nicho en el que estamos para relacionarnos de verdad con el espacio urbano, eso que llamamos espacio público.

Lo que es totalmente seguro es que la idea de ciudad varía dependiendo de nuestra propia experiencia, por ello Álgido se dio a la tarea de identificar las formas en que pensamos una ciudad en sus puntos positivos y negativos. Surgió una idea: Ciudades que hablan.

Un experimento social muy ambicioso que plantea combinar arte, política y estudios culturales. Ciudades que hablan es una instalación artística interactiva que busca transformar el entorno social por medio de la premisa de la participación y la interacción directa entre diferentes y diversos públicos y usuarios.

El experimento tiene como objetivo introducir indicadores sociales de importancia de planeación urbana a un grupo amplio de habitantes de la ciudad y usuarios de espacios públicos, para que finalmente cualquier persona expresara necesidades particulares desde su punto de vista.

Siendo una instalación artística, tiene una base provocadora que evoca a que todo arte es política. El principio de Ciudades que hablan es la motivación de la participación ciudadana cambiando el estándar de evaluación de políticas públicas y su medición de desarrollo social desde la pregunta principal ¿podemos pensar en la felicidad de la población como la base de un modelo de desarrollo?

Siguiendo la filosofía de Álgido, la idea es interdisciplinaria. Ciudades que hablan representa la dinámica real de la ciudad, las relaciones son colectivas y bilaterales con sus habitantes, la instalación artística también es colectiva y bilateral con sus usuarios.

La base de trabajo proviene de la conceptualización de la artista Shendra Stucki cuya instalación artística es una representación neutral de una ciudad realizada con materiales reciclados. Esta ciudad ideal esta dividida en cinco áreas –Suburbio, Metrópoli, Área Industrial, Parque y Vialidades– que pueden estar presentes en cualquier ciudad del mundo, éstas serán los centros de medición.

Por otro lado, la arquitecta Karina Izquierdo retomó una serie de indicadores que evaluarían las necesidades del usuario citadino –Seguridad, Accesibilidad, Comodidad, Funcionalidad y Estética–. Estos indicadores se transformarían en marcadores físicos cuya dinámica conjunta es colocarlos en las áreas de la instalación, dependiendo de lo que los usuarios participantes consideraran hiciera más falta.

La interacción finaliza con una entrevista directa a todos los participantes para conocer sus opiniones, sus consideraciones y sus pensamientos respecto a la ciudad. La información recopilada se convierte en antropología citadina que serviría de marco comparativo con las evaluación de políticas públicas tradicionales, poniendo de manifiesto que este ejercicio era factible para cualquier tipo de usuario, desde niños hasta adultos mayores sin importar condiciones sociales.

Ciudades que hablan es una opción dentro de muchas formas de identificarnos y de organizarnos para conformarnos mucho más como comunidad. Sabemos que somos lo que habitamos, pero no necesariamente sabemos porqué lo somos, este experimento es una investigación social que permite conocernos un poco.

Conocernos a fondo es ambicioso pero no imposible. Una antropología de la ciudad nos permite ver con mayor perspectiva las políticas públicas y experimentar con el espacio público que usamos diariamente.

Las ciudades son hábitats de la modernidad, hablantes, vociferantes, ruidosas y estrepitosas… necesitamos tomarnos un tiempo y la calma para compartir nuestros pensamiento y experiencias, para ver porqué son una extensión de nosotros y como vamos a adaptarnos en el futuro, quizá si hablamos con la ciudad lo sabremos.

 

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