La misteriosa San Lorenzo Entrevista a uno de sus salvadores

Cuando uno imagina espacios abandonados que han sido recuperados por el arte y la cultura, raras veces se puede imaginar algo tan hermoso como San Lorenzo, en Úbeda, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Hace unas semanas, Álgido tuvo la suerte de visitar y perderse entre los muros y piedras mágicas llenas de historia, de este lugar tan maravilloso.

La historia de San Lorenzo abarca ocho siglos y es sin duda fascinante. ara empezar, se alza sobre la muralla almohade que rodea la Ciudad de Úbeda y mirando desde arriba al valle del Guadalquivir. Entre los siglos XIV y XV, San Lorenzo, como iglesia, adopta las características típicas del gótico, con capillas de arcos apuntado y la techumbre se cubrió de un bellísimo artesonado mudéjar, aunque será la época renacentista la de su mayor esplendor. Como centro parroquial estuvo abierto hasta finales de ésta época, aunque se cerró definitivamente tras la Guerra Civil, y en los últimos años la bóveda barroca estaba en riesgo por culpa de goteras en la cubierta, los muros presentaban grandes grietas y humedades, y su arco -declarado BIC en 1985 se encontraba amenazado por la espesa hiedra que cubría la fachada.

 

El Obispado de Jaén, que ya había rechazado un proyecto presentado por el Ayuntamiento de Úbeda para realizar una permuta por suelo público, decidió ceder San Lorenzo a la Fundación Huerta de San Antonio (FHsA) y, en consecuencia, a la ciudadanía, en 2013.

 

Gracias a la intervención de emergencia por los hermanos Berlanga, padres de esta fundación, el inmueble tiene cubiertas nuevas, muros saneados, grietas resanadas, humedades eliminadas y yedra “controlada”, entre otras cosas.

 

Hoy Álgida entrevista a Nicolás Berlanga Martínez, presidente de la Fundación Huerta de San Antonio:

¿Cómo surge la Fundación Huerta de San Antonio (FHSA)?

Queríamos crear una Fundación que nos ayudara a perpetuar el nombre de la huerta de nuestro abuelo, además de abrir nuevas ventanas de sensibilización entre ciudadanos europeos y africanos. La verdad es que el proyecto estaba en la fase de perfilarse cuando apareció la oportunidad de trabajar en la iglesia de San Lorenzo.

¿Cómo conoces, por primera vez, a la bella San Lorenzo?

San Lorenzo formaba parte de nuestro imaginario sentimental con Úbeda desde la infancia: por su emplazamiento, por el misterio que parecían albergar sus muros y más recientemente por la literatura de Muñoz Molina. Yo tuve la oportunidad de visitarlo cuando era adolescente y colaboraba con mi cofradía de Semana Santa, ya que ésta guardaba sus tronos allí. Desde entonces, principios de los setenta, el edificio se había degenerado enormemente.

¿Cómo nace la idea de que San Lorenzo sea un centro Cultural y no sólo una

sala de exposiciones?

Sobre todo, queríamos que San Lorenzo fuera un lugar de encuentro donde, fácilmente, colectivos ciudadanos encontraran cobijo. También un lugar de recuperación de la memoria del barrio y de las huertas cercanas. La ventaja de este proyecto es que se ha ido construyendo paulatinamente, en paralelo a la rehabilitación del edificio y a la experiencia de los eventos que ha albergado.

¿Qué retos principales encuentra la FHsA a la hora de ser, para el Obispado de Jaén, un proyecto lo suficientemente convincente el 2013?

Nuestra propuesta al Obispado cayó en el momento oportuno. Era muy sugerente porque aportábamos la mitad del costo de la rehabilitación de urgencia, un verdadero dolor de cabeza para el Obispado ya que el patrimonio de la iglesia en la provincia de Jaén requiere unos cuidados que sobrepasan sus capacidades. Además, nuestro proyecto tenía una vocación social, de apertura a otras culturas, sensible a fenómenos tan cercanos como la emigración y la juventud.

Teniendo en cuenta que parte de este proyecto se basa en recuperar parte de la historia de Úbeda, qué descubrimientos crees que han sido más reveladores desde que llegasteis a San Lorenzo, ¿en 2013?

Todo lo descubierto hasta ahora ha sido más sorprendente de lo que esperábamos: patrimonialmente desvelar el ábside de la iglesia románica original, por ejemplo, nos dejó paralizados. La belleza del artesonado del coro que estamos rehabilitando ahora es también un ejemplo doloroso de abandono felizmente recuperado. Otros ejemplos son el arco tardorrománico o la conexión entre la puerta trasera de la iglesia con la fuente de la plaza adyacente.

Pero sin lugar a dudas lo mejor de esta iniciativa ha sido el grupo de amigos y colaboradores que hemos creado en los últimos años, y que no para de aumentar.

Como fundación que ha restaurado y habilitado un espacio abandonado, ¿qué recomiendas a aquellas personas con proyectos similares al vuestro?

Es necesario hacer sociedad civil, estimular el cuidado por el patrimonio y la memoria no como una construcción de piedras, si no como parte de ese mosaico de diferentes tonalidades que nos define como sociedad y muestra realidades tan patentes (y, a veces, tan desconocidas) con las diferencias entre generaciones. Sobre esto último, nuestro proyecto tiene un propósito de dar voz a jóvenes artistas y emprendedores.

 

 

 

¿Qué oportunidades consideras que un centro social y/o cultural debe ofrecer a lxs ciudadanxs?, y ¿qué valores intrínsecos crees que debería presentar?

Siendo una expresión de la sociedad civil, ésta tiene que tener vocación de acogida. Con un gramo de rebeldía en favor de la educación y la cultura. Capaz de dar voz a manifestaciones sociales o artísticas que normalmente no la tienen.   

 

 

¿Qué repetirías de esta experiencia y qué te gustaría cambiar y/o mejorar si pudieras volver al pasado?

En un camino de aprendizaje, la verdad es que hay pocas cosas de las que arrepentirte. Nosotros hemos puesto siempre mucho cuidado a no hacer nada que pudiera poner en peligro la visión global de rehabilitación del espacio o a acoger algo que no respetase el compromiso con la historia de San Lorenzo.

¿Nos compartirías tu mejor momento vivido en San Lorenzo?

Existen muchos, es difícil singularizar uno sólo. El apoyo del escritor Muñoz Molina y su emoción de ver este espacio vivo e inquieto es, posiblemente, uno de ellos.

 

Fotos cortesía de la Fundación Huerta de san Lorenzo

Encuentra más sobre sus eventos y avances en su página web

 

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